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Olorishas y pescadores, lecciones de lo profundo del mar


¿En qué se parecen los pescadores y los olorishas? Algunos olorishas pueden equipararse a los barcos de pesca de aguas profundas con sus enormes redes. Otros pescan por deporte y trofeos. De igual manera están los que tienen un profundo respeto por los tesoros que el océano pone a sus pies. Éstos tienden a no asaltar los dominios de nuestra Madre Yemayá; aceptan con un sentido de gran responsabilidad su rol como maestros y desean fervientemente servir a los orishas, porque se dan a la tarea de cultivar los verdaderos tesoros de las profundidades del océano.


No hace mucho, mis hijos y yo estábamos teniendo una interesante conversación de sobre mesa. Los chicos estaban expresando su profundo desdén por los olorishas que producen ahijados como si fueran un criadero de conejos. Lamentablemente, en lugar de llamar a la puerta, ahora lo que estamos viendo son ilés con puertas giratorias. La religión se ha convertido en una mercancía en países donde la abundancia y las líneas de crédito facilitan el flujo de efectivo para las iniciaciones. Lamentablemente, con suficiente crédito, cualquiera puede pagar su entrada a un ilé Lukumí. Sin embargo, incluso los que paren orishas a granel en nuestra comunidad tienen su uso porque engrasan las ruedas de la máquina hambrienta. También crean una base más amplia de oloshas; algunos estarán destinados a la grandeza, otros no.

Para las iniciaciones hace falta herramientas, soperas, ropa iniciatoria, hierbas, animales y en general un buen grupo de personas con conocimiento ritual. Por tanto, esos olorishas que paren como conejos tienen el rol de contribuir a la economía local. Esos son los olorishas a los que comparo con los botes comerciales que tiran sus redes y sacan del océano grandes cantidades de peces. Ellos no disciernen, solo atrapan e inician.


Vivo agradecida de los ratos a la mesa en los cuales puedo conversar con mis hijos. En esta ocasión extendí la conversación lo mas que pude y ahondamos en la conversación centrándonos en lo que me gustaría que lograran y lo que preferiría que evitaran hacer. Por ejemplo, me sentiria verdaderamente defraudada si ellos escogieran explotar a los orishas para ganancia personal.


Vemos a olorishas cuyo único propósito es el pescar como si fuera un deporte. Cada cabeza que inician es como una pluma más para su penacho, les hace sentirse más grande y más atrevido. Estos son los que quieren convertirse en estrellas de Facebook, Instagram, YouTube y TicToc. Por lo general estos olorishas son más inteligentes, más jóvenes y buscavidas. Son expertos en explotar su bagaje cultural, ya sea caribeño o afrodescendiente. Se posicionan como eruditos, cultivando cuidadosamente su imagen pública. Algunos pueden ser serios en sus creencias y, sin embargo, no reparan en crear un lucrativo negocio a partir de la religión. Le toca a aquellos que buscan aprender sobre los orishas identificar quién es impulsado por el dinero, el ego y el poder de aquellos que no se dejan seducir por esos elementos.

Cerramos la conversación con un punto de vista en común. Los olorishas deben tratar de ser como los pescadores experimentados que ha aprendido a sacar los tesoros del mar en el momento correcto. No toda persona que toca a la puera merece entrar. Un buen olorisha debe ser fundamentalmente disciplinado y saber cuando pescar y cuando devolver al mar lo que no sirve. No debe nunca existir una urgencia por reproducirse, por crear nuevos olorishas. Deben cultivar la paciencia y tener un profundo sentido de agradecimiento por el tesoro que representa un buen ahijado, uno que esté listo sin reparo para una vida de servicio a los orishas.


Podemos aprender mucho del mar.


Omimelli

Oní Yemayá Achabá

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